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Mostrando entradas de julio, 2017

Un cementerio perfecto de Federico Falco

El escritor cordobés publicó cinco relatos magníficos que expresan la experiencia de vivir en soledad y las zozobras que produce estar con los otros en comunidad. “Mis cuentos surgen más como una especie de geografía, a partir de una suerte de ensoñación”. La tristeza a la intemperie. El escándalo y la desesperación no son semillas que puedan germinar en pequeños pueblos como los que construye el cuentista cordobés Federico Falco. Las tensiones abonadas no se ocultan debajo de la alfombra, como sucede en las ciudades, sino que se acoplan con los elementos del paisaje, como la nieve que transforma a un jardín en un gran campo blanco o los copos que se superponen en las ventanas hasta formar “un muro impenetrable”. Hay cinco relatos magníficos en Un cementerio perfecto (Eterna Cadencia) que proponen una especie de sensei de la experiencia de vivir en soledad y de las zozobras que produce estar con los otros en comunidad. El altar del “rey de las liebres” está casi al borde del prado,

El monograma saeriano

La percepción y la política: una lectura que contrasta Responso de Saer con La Ribera de Wernicke.  Texto leído el 28 de junio de 2011 en “Lo Imborrable: Jornadas sobre Saer” en la Biblioteca Nacional. Por: Hernán Ronsino “Una novela lograda existe no como suma de ideas o de tesis, sino a la manera de una cosa sensible, y de una cosa en movimiento que se trata de percibir en su desarrollo temporal, a cuyo ritmo hay que adaptarse y que deja en el recuerdo no un conjunto de ideas, sino más bien el emblema y el monograma de esas ideas”. Esto lo dice Blanchot. Si hay una obra que puede responder con contundencia a esa definición de Blanchot, ésa es la obra de Juan José Saer. La obra de Saer puede ser pensada, entonces, como una cosa sensible, en movimiento. Que deja huellas, marcas que perduran suspendidas en la memoria del lector. Hay dos momentos que atraviesan esa definicion de Blanchot. Dos momentos que, a su vez, son los dos grandes efectos que produce la obra de

Hernán Ronsino

Hernán Ronsino escribe: “Me gusta pensar la escritura como un proceso de sedimentación” y en las tres partes (“Huellas”, “Lectura” y “Tensiones”) de Notas de campo, publicado por Editorial Excursiones, queda claro por qué. Desde la autobiografía, el rastreo de lecturas y autores, y la crítica, con cruces entre memorias, crónicas de viaje y ensayo, el autor deja ver su modo de trabajar y de poner en marcha cada obra. Desde que se fue de Chivilcoy, Ronsino publicó las novelas La descomposición, Glaxo y Lumbre (Eterna Cadencia Editora). A ellas se les suma el libro de cuentos Te vomitaré de mi boca. Ahora, con Notas de campo, corre el telón y muestra una especie de detrás de escena que en cada uno de esos libros respiró como universo paralelo. Lecturas, anotaciones, flechas de pensamiento que se articulan en el “mientras tanto” y que, como los alambrados que en las afueras de los pueblos enlazan ese núcleo tenso y poético a la vez, arman mapas sutiles que de lejos no se ven pero que,

Almudena

Es una mujer de rasgos fuertes, tiene el cabello voluminoso y oscuro, las cejas puntiagudas, los hombros anchos. Habla con tono alto. Así es la escritura de Almudena Grandes, pura voz. Su obra extensa tiene una impronta: vuelve una y otra vez a la Guerra Civil, de manera que el sentido de la memoria está en cada una de las lecturas posibles de su obra. A los 28 años publicó el primer libro, Las edades de Lulú (1989), novela erótica que le hizo ganar el XI Premio La Sonrisa Vertical, y el paso del papel al cine de mano del director Bigas Luna. A propósito del éxito inicial, Grandes alguna vez dijo: "Me pregunté si quería ser famosa o escritora, y decidí que escritora y me puse a escribir". Entonces llegaron los títulos, todos editados por Tusquets: Te llamaré viernes (1991), Malena es un nombre de tango (1994), Las tres bodas de Manolita (2014). En septiembre saldrá su último libro, Los pacientes del doctor García. Nació en Madrid (1960) y siempre quiso ser escritora, p

La esposa joven de Baricco

Llega un momento de su carrera en que determinados escritores, al menos algunos de los que gozan de un aura de consagración o de cierta visibilidad, deciden tirarse a la pileta. No se trata de un salto al vacío -raramente alguno de esos experimentos sacudirá los cimientos de la historia de la literatura-, sino de apuestas personales, deudas íntimas, caprichos o riesgos que se corren desde un lugar seguro que a veces ni con toda intención del mundo se logra abandonar. La literatura, se sabe, es en buena medida hija del hambre y de la vacilación. El rasgo común de esas obras es algo que a sus autores suele presentárseles como necesario e impostergable: la libertad. Una libertad que a menudo provoca iluminaciones, pero que también -desde ese "ya no rendir cuentas" que el escritor cree haberse ha ganado- cae en terrenos pantanosos o deja los textos a la deriva, víctimas de vaguedades que ni siquiera la astucia o la mano privilegiada logran salvar. De casi todos estos p

El otro lado de Jorge Consiglio

El escritor propone historias aparentemente mínimas, en donde la violencia puede germinar con una naturalidad apabullante. La mirada de Consiglio se desvía hacia los márgenes, para retratar a personajes que viven fuera de cualquier esquema convencional del “éxito”. La mirada de Jorge Consiglio se desvía hacia los márgenes para enfocar mejor las pequeñas fisuras de un puñado de criaturas a la intemperie en los cuentos de El otro lado (Edhasa). Si alguna vez creyeron que tenían las riendas de su existencia, los golpes de la vida fueron licuando, paso a paso, esa convicción: “Lo que hoy se tiene mañana se pierde”. Sólo queda la deriva, naufragar por las aguas del desamparo, de una violencia soterrada. O tratar de olvidarse de “ese puto dolor” y correr como un animal y no aflojar. Si el verdadero infierno son los otros, las palabras de los otros, como dice uno de los personajes, si lo único que puede aliviar es la confesión, la tranquilidad, ese último peldaño que conduciría a la

Mujer bajando una escalera

El principio de Mujer bajando una escalera , la nueva novela de Bernhard Schlink, parece casi un cliché: un hombre rico y ya entrado en años contrata a un pintor joven, pobre y talentoso para que retrate a su mujer, también joven y, además, hermosa. Como era de esperarse, sucede lo inevitable: el pintor le sopla la mujer al viejo rico, lo que genera algunos problemas con respecto a la autoría y la propiedad del cuadro. A raíz de esto, el pintor se pone en contacto con un abogado para que solucione el embrollo. Ese abogado es quien narra lo que estamos leyendo. No se preocupen, no acaban de escuchar la historia completa, es apenas la introducción. Porque luego de este thriller con ingredientes de policial empieza la verdadera novela, que también puede leerse como un tratado sobre el amor, la vejez y la enfermedad, el valor del arte y el dinero, sazonado con un poco de guerra fría y capitalismo. La pregunta que dispara todo es: ¿a qué le estamos dedicando nuestras vidas? ¿Cuándo es d

La uruguaya, novela de Pedro Mairal

La uruguaya es el título del nuevo libro de Pedro Mairal, que Emecé distribuye en estos días, una novela que reafirma el lugar medular que tiene su autor en la literatura argentina. Una escritura pulida, ágil, con párrafos perfectos e imágenes precisas que incluyen interrogantes sobre el propio oficio ("Cuando se escribe, creo, es difícil convencer al lector de que una persona es atractiva", "¿Cómo mostrar con palabras la exacta conjunción de rasgos de una cara que provocan esa locura sostenida en el tiempo?"); y reflexiones sobre la pareja ("¿Qué monstruo bicéfalo se va creando así? Te volvés simétrico con el otro, los metabolismos se sincronizan, funcionás en espejo; un ser binario con un sólo deseo. Y el hijo llega para envolver ese abrazo y sellarlos con un lazo eterno. Es pura asfixia la idea"); o el dinero y su implicancia social: "Toda esa plata que me había formado, me había hecho pertenecer a un grupo social, una serie de amigos, una manera