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Monstruos geométricos


«Se dice que son épocas de saturación de lenguaje. Adonde sea que volteemos, hay palabras. Ya son parte del paisaje: no se leen, se miran. Sin embargo, el lenguaje, en su mera existencia, no trae aparejada de por sí la literatura. Pensar lo contrario sería creer que, por el sólo hecho de que el agua abunda, todos deberíamos ser marineros.

Denis Fernández sabe que el cuento se aprovecha de otra cosa que viene también con la época: la abundancia de discursos. El cuento no está en la palabra tomada de una en una sino en la frase como zona de confluencia, en la producción de un estilo que pueda admitir el ingreso de otro sin que hubiera que lamentar víctimas.
Así, hay en el centro de cada uno de estos cuentos un dato que permite edificarlos y que los pone en serie. El carácter de ese dato es extraño o extraordinario, aunque la composición del cuento se apoye en una consignación de tipo realista. El resultado es una lengua enrarecida, una lengua que cuenta pero, al mismo tiempo, informa, explica, diagnostica. Acá el realismo funciona como una distracción de aquel dato pero a la vez está imantado por él. La tentación del realismo de deslizarse hacia su extrañamiento (y que es similar al desplazamiento inverso: el del fantástico hacia una estabilización de tipo realista) tiene en Monstruos geométricos una nueva, alta expresión. En esa zona de frontera, en ese delicado equilibrio, se escriben estos cuentos claros, bellos, inquietantes».

Fuente: Francisco Bitar

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