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Patrimonio digital


Robert Darnton explicó hace unos pocos días, en The 2012 Grafstein Lecture in Commnications, en una conferencia que llevaba por título “Books, libraries & the digital future“, que un proyecto de esta envergadura, que tiene como propósito poner a disposición de todos los norteamericanos (y de todos aquellos que posean, obviamente, una conexión a la red) el patrimonio escrito digitalizado de su país, más allá de las propuestas  y acciones de Google o de cualesquiera otro agente que pretenda intervenir en esa carrera, se construye sobre los siguientes cimientos: sobre la idea fundamental de que existe un patrimonio cultural compartido del que nadie puede ni debe apropiarse, un digital commons que debe promoverse mediante la creación de una biblioteca pública; que no puede dejarse en manos de los editores, de los editores científicos en particular, la gestión del conocimiento, porque ese es un patrimonio colectivo del que no puede privarse a nadie. Los editores no solamente no añaden ningún valor a lo que los científicos han escrito, sino que lo gravan, además, con suscripciones prohibitivas y limitaciones de acceso  y circulación, algo que carece por completo de sentido cuando los creadores poseen los medios, además, de distribuir el fruto de su trabajo. “Google book search”, dice Darnton, literalmente, “is dead”.


Y, finalmente, que esta iniciativa debe ser fruto de la colaboración público-privada, de un sistema distribuido de suma de colecciones,  y que su financiación es posible si las partes planifican, presupuestan y trabajan en pos de la construcción de un repositorio público y colectivo que asegure el acceso igualitario, algo particularmente interesante y reseñable en nuestra situación actual, donde los grandes proyectos de digitalización del patrimonio escrito corren a cargo de instituciones privadas sin ánimo de lucro.
Este sueño, asegura Darnton, proviene de la convicción que expresara Thomas Jefferson cuando pretendía que el acceso al conocimiento y a las ideas se diseminara sin límites ni restricciones, como una vela que puede prender la mecha de otra sin perder por ello su propia luz.
Ahora, casi dos siglos después, esa utopía verá la luz en abril de 2013, y el resto de las bibliotecas del mundo deberán tomar como referencia la inspiración, el ímpetu y la convicción que Robert Darnton transmite en esta conferencia.
Esta library for everyone es el sueño de una verdadera Alejandría digital exenta de adherencias comerciales y basada en una idea del bien común que se extiende a la cultura y el conocimiento. Habrá que tomar buena nota, aunque el temperamento nacional no suela prestarse a iniciativas de índole colectiva…

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