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Navidad rusa


Hoy nos toca leer una insólita narración de quien ha pasado como uno de los maestros de la novela rusa del XIX. 


Se trata de Nochebuena de Gogol, escrita en clave de humor, con la tendencia caricatural típica del primer Gógol, va tejiendo un contrastado fresco de ricos personajes, desde el señor al mujik, del santo al borrachín, al estudiante, al herrero, al pope, a la casquivanía de cosacos y matronas eslavas de buen ver. Gógol sobrevuela la Navidad como un diablo cojuelo ávido de espiar los malévolos efectos del deseo material y la felicidad prójima, el móvil de amor y poder, la inocencia y la vanidad del pueblo. Escrutamos ya aquí esa escritura psicológica y contrapuntada de Dostoievski, los vértigos del espíritu, la pulsión teatral del arte de escribir.


En el contexto de la obra gogoliana se trata de un trabajo breve, pero encantador, y de alguna manera simbiótico de sus mejores esencias.


Fragmento




Nadie supo en Dikanka cómo el diablo robó la luna. Bien es verdad que el escribiente de la comarca, cuando salió de la taberna tambaleándose, dijo, y no sabemos por qué, que la veía bailar en el cielo. El juró y perjuró ante todo el mundo que era esto vérdad; pero todos los que le escuchaban meneaban la cabeza con aire burlón.

¿Cuál fue la causa que empujó al diablo a cometer un acto tan inaudito? Ahora se verá.

Sabía que el rico cosaco Chub había sido invitado por el diácono para ir a su casa a comer la cutiá (1) de Nochebuena. Allí irían también el alcalde, un pariente del diácono -que cantaba con voz de bajo profundo en la capilla arzobispal y que usaba levita azul-; el cosaco Sverbigus y otras varias personas. Además del cutiá se bebería aguardiente de azafrán, y también habría varenez (2) y otros muchos manjares.

Entre tanto, la hija de Chub, la joven más bella del pueblo, quedaría sola en casa, y de seguro iría a verla el herrero, un buen mozo, forzudo, a quien el diablo tenía más odio que a los sermones del padre Condrat, pues en sus ratos de ocio el muchacho pintaba y tenía fama de ser el mejor pintor de la comarca. El mismo sotnik (3) L..., que aun vivía, lo llamó expresamente a Poltava para que le pintase la cerca de madera de su casa. Todas las fuentes de que se servían los cosacos de Dikanka para servir el borch (4) las decoró el herrero. Era además un hombre creyente y pintaba con frecuencla imágenes, y aun en nuestros días se puede ver en la iglesia al San Lucas evangelista pintado por él.


Pero su obra maestra fue una tabla que hizo para ser empotrada en el muro de la iglesia, a la derecha del altar mayor, en la cual él representó a San Pedro, en el día del Juicio Final, con las llaves en la mano echando del infierno al espíritu del mal, que corría azorado de un lado a otro, presintiendo su perdición; y los pecadores que antes estaban allí encerrados le perseguían y pegaban con látigos, leños y con todo lo que encontraban a mano. Mientras el pintor trabajó en esta tabla, el diablo hizo cuanto pudo para estorbarle. Empujóle invisiblemente la mano, levantó la ceniza de la fragua en la herrería y la esparció por todo el cuadro. Pero, a pesar suyo, concluyó su obra el herrero y la tabla fue llevada a la iglesia y encajada en la pared.

Desde entonces el diablo juró vengarse. Una sola noche le quedaba para errar por el mundo, y en ella buscaba el modo de ejecutar su venganza. Por eso decidió robar la luna, guardando la esperanza de que el viejo Chub, que era un perezoso, no se atreviese a salir; pues, por añadidura, el diácono vivía un poco lejos de su cabaña, y el camino pasaba por delante de los molinos y del cementerio y luego seguía al borde del barranco. Si hubiera sido una noche clara de luna, el varenez y el aguardiente de azafrán le habrían podido seducir; pero era muy dudoso que con semejante obscuridad le pudieran arrancar del lado de la estufa y hacerle salir de su cabaña. Y el herrero, que desde bastante tiempo no se trataba con él, por nada del mundo osaría, a pesar de su fuerza, visitar a la hija en presencla del padre.



El autor

Nikolái Vasílievich Gógol, Николай Васильевич Гоголь, nació el 1 de abril de 1809 en la localidad ucraniana de Bolshe Soróchintsi y falleció en Moscú en 1852.

En Ucrania pasó su infancia y adolescencia; viajo hasta San Petersburgo para iniciarse en la literatura y también impartió clases de Historia en la universidad de esta ciudad, donde conoció a otro genio ruso, Alexander Pushkin, quien inspiró y ayudo a Gógol en sus inicios.
Pese a su corta vida, la importancia de su obra le convirtió en gloria de las letras rusas y se le considera el padre de la escuela realista o naturalista. Marcó un antes y un después en la historia de la literatura rusa porque tal y como escribió Trotsky: "Antes de Gógol hubo Teócritos y Aristófanes rusos, Corneilles y Racines patrios, Goethes y Shakespeares nórdicos. Pero no teníamos escritores nacionales. Ni siquiera Pushkin está libre del mimetismo, y de ahí que lo denominaran el "Byron ruso". Pero Gógol fue sencillamente Gógol. Y después de él nuestros escritores dejaron de ser los dobles de los ingenios europeos. Tuvimos sencillamente Grigoróvich, sencillamente Turguéniev, sencillamente Gonchárov, Saltikov, Tolstoi, Dostoievski, Ostrovsky... Todos derivan genealógicamente de Gógol, fundador de la narrativa y la comedia rusas". Fue el primer escritor que dio fama y prestigio internacional a la literatura rusa.

A mediados del siglo XIX, Nicolai Gogol escribió una novela que fue considerada la primera de corte moderno en Rusia. Se titulaba Almas muertas, y al darle ese calificativo de moderna, la crítica literaria tuvo en cuenta el tratamiento que el autor le dio a sus personajes, las características de la trama, y el estilo de la narrativa. De Almas muertas solo fue publicada su primera parte en 1842, pues la segunda fue quemada por su autor en 1845. 
Se dice que el tema de este texto se lo sugirió Pushkin a Gogol, y la historia parte de un hecho de la vida real sustentado en Pável Ivánovich Chíchikov, un personaje cuya ambición desmedida por hacer fortuna lo lleva a concebir un negocio de proporciones sombrías: ofrecer a los hombres poderosos de la ciudad N., comprarles las almas de los campesinos fallecidos para evitarles el pago de los impuestos.  A través de este personaje, Gogol hace un retrato, no exento de humor, de la Rusia feudal de la época, con sus relaciones de poder basadas en la condición oprimida de los campesinos. 

Diferentes clases sociales desfilan a lo largo de la novela, al igual que muchos paisajes descritos magistralmente. Tampoco faltan las apreciaciones personales del autor sobre diferentes temas, que lejos de aletargar la trama, la agilizan, captando más interés por parte del lector. Un ejemplo de ello son los párrafos siguientes: “En los anales universales de la Humanidad hay siglos enteros que parece que se podían borrar y ani¬quilar, por considerarlos inútiles. Se han cometido en el mundo muchos errores que, al parecer, ahora ni siquiera un niño los cometería. ¡Qué caminos tan tortuosos, estre¬chos, infranqueables y desviados ha escogido la Humanidad en su afán de alcanzar la eterna verdad, cuando ante ella había un camino recto, semejante al aquél que conduce a la maravillosa residencia destinada al soberano en el palacio!”

“Todos hemos salido del Capote de Gogol”, expresó Dostoievski. El Capote era un relato de Gogol publicado en 1841, y Dostoievski cita tu título en esta frase para dar a entender la enorme trascendencia que tuvo para el realismo la obra de Gogol, a quien se le atribuye encaminar el romanticismo hacia un naturalismo vinculado a la comprensión de lo cotidiano.


Nikolai Gogol nació el 20 de marzo de 1809 en Sorochintsy, la hoy llamada Ucrania. Contaba con dieciséis años cuando su padre, un pequeño terrateniente, murió. A los diecinueve años viajó a San Petersburgo, donde se empleó en un ministerio. En 1829, resuelto a emprender con éxito la carrera literaria, costeó la publicación de un poema extenso titulado Hans Kuchelharten, que obtuvo críticas negativas, lo que obligó a Gogol a retirarlo de las librerías donde se ofrecían sus ejemplares para la venta.

En 1831, Gogol se vincula a la universidad como profesor de historia, y allí conoce a Pushkin. Ese mismo año agrupa unos relatos en el libro Veladas en un caserío de Dikanka. Estos relatos bucólicos consiguen el aplauso de la crítica y del público, y lo inducen a entregarse de lleno a la literatura.

El segundo libro de relatos o novelas cortas, Mirgorod, le sigue allanando el camino hacia el éxito. 
Entre estos se encuentra Taras Bulba, la narración épica sobre los cosacos ucranianos. En esta epopeya Gogol recrea la heroicidad de un pasado en la figura del capitán Taras Bulba, un héroe que simboliza la libertad, y que en el siglo XVI se enfrenta a los tártaros, polacos, y turcos. Esta es la novela más romántica de Gogol, por su acento lírico con el que aborda el sentido de honor de su personaje principal.

La pluma de Gogol también se ocupó del género teatral. En 1835 publica El inspector, la primera de las tres comedias que escribió. En este texto satiriza sobre la corrupción de la burocracia zarista. La reacción del público fue negativa, y el autor abandona San Petersburgo para instalarse en Suiza, luego en Paris, siendo Roma su destino definitivo. En esta ciudad es donde escribe Almas muertas y El Capote, considerado un gran relato en el que está de nuevo presente una irónica versión de la Rusia corrupta con sus burócratas grises. 
Aquí el protagonista es Akaki Akakievich, un funcionario de bajo rango en la administración civil que descubre que su antiguo y gastado abrigo o capote ya no le servirá para afrontar otro invierno y manda a coser uno nuevo a un sastre, teniendo que hacer grandes sacrificios para poder pagárselo. Cuando estrena esa capote para ir a una fiesta de la oficina, Akaki se siente seguro, como si esa prenda de vestir le hubiera devuelto la confianza en sí mismo y le hubiese conseguido la aceptación de los otros. Sin embargo, cuando regresa a su casa es asaltado y le roban el nuevo capote. Desde entonces busca ayuda en las autoridades para recuperarlo, pero solo obtiene negativas y desdeño. En este cuento Gogol se apoya en la figura de un hombre pobre material y espiritualmente para denunciar los abusos de los más fuertes y poderosos, y su indolente indiferencia frente a las injusticias sociales.
 El estilo de Gogol en este cuento es de nuevo divertido, lo que se convierte en una excelente herramienta para atrapar al lector y comprometerlo con la trama. Y es que como escribió el historiador Marc Slonim: “Gogol es capaz de reproducir sonidos, olores, y formas, con una brillantez verbal y una fonética casi misteriosa”.
Después de escribir El Capote, Gogol emprende un viaje a Tierra Santa. Entonces sufría de frecuentes estados depresivos y, tras su regreso a Roma, se entrega al misticismo, estimulado por un sacerdote que lo induce a renegar de su obra. Es la época en que el escritor rompe manuscritos que considera pecaminosos y se declara partidario del orden autocrático y patriarcal para salvar a Rusia.

Gogol muere el 4 de marzo de 1852, a los cuarenta y dos años de edad, sin haber contraído nunca matrimonio. Es el momento de recordar las palabras que escribió Trotsky en su memoria:
 “Lector, somos bárbaros, no amamos de verdad profunda y entrañablemente, a nuestros clásicos”.

Notas: 
(1) Cutiá: plato de arroz cocido, con uvas, pasas y miel, que se come en Nochebuena.
(2) Varenez: flan hecho de queso fresco y nata agria cocido en el horno.
(3) Jefe de una sotnia, compañía de cien cosacos.
(4) Sopa di remolacha, con tocino, carne y nata agria.

Comentarios

  1. Muchos autores rusos, como Gógol, nos muestran un mundo exótico para nosotros, pero reconocible en la psicología universal de sus personajes.Un saludo y gracias por su labor.

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