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El gato desaparece...

Carlos Sorín es uno de los directores argentinos que ha trazado una huella duradera en la historia del cine nacional. Aun así, cuando inicia la conversación telefónica, asegura que no encuentra las razones que lo llevaron al guión de su última película, El gato desaparece . Dice que le resultan insondables. “No tengo la menor idea. Tengo varias historias posibles que voy desarrollando y abandonando, hasta que una logra sobrevivir y se convierte en una película. Tenía ganas de hacer una película de suspenso”, señala el realizador.
Una vez que decide la historia que quiere filmar, comienza el trabajo sistemático con fechas y plazos. “Por lo general, en mis películas el guión es una especie de hoja de ruta que me indica hacia dónde voy y al que vuelvo cuando me pierdo. Pero en este caso, no. El guión es bastante riguroso porque es una película construida, con una ingeniería narrativa, cosa que se hace en el escritorio. Los márgenes de improvisación siempre existen pero en El gato desaparece fueron menores”, revela.

Es un día muy especial para Beatriz (Beatriz Spelzini). Esa mañana va a buscar a Luis, su marido, a la clínica neuropsiquiátrica donde ha estado internado durante los últimos meses. Luis (Luis Luque), profesor universitario, ha sufrido un brote psicótico inesperado y violento. Cuando llegan a su casa, Donatello, el gato de la familia, se eriza al ver a su amo, a quien hasta hace poco tiempo atrás guardaba una fidelidad incondicional. El gato ataca a Luis y se escapa. Luis resta importancia al episodio.

El gato desaparece es una película en la que el suspenso se va construyendo. Esta vez Sorín convocó a actores profesionales que aportan lo suyo en esa construcción, aunque comenta que hay personajes secundarios asumidos por no-actores, una de las marcas de sus películas más populares. como Historias mínimas , El perro o El Camino de San Diego.

La presencia de mascotas en las películas del director también revela momentos de una búsqueda de los protagonistas.  “Las mascotas pertenecen a la vida cotidiana de la gente. No son una extravagancia. Por otro lado, las mascotas significan otra cosa dentro del drama del personaje. En Historias mínimas , el perro para el viejo significa la culpa; en El perro , Bombón era la posibilidad de recuperar su lugar en el mundo, parafraseando a Aristarain. En este caso, el gato significa la sospecha de Beatriz con respecto a su marido”, apunta.
En El gato desaparece no hay viaje. Es una película confinada en una casa. Él está siempre en el mismo lugar. “Los protagonistas planean un viaje. Es la posibilidad de terminar con la angustia. También es simbólico”, adelanta Sorín.
Cada dos años, una historia gana la pulseada en el escritorio de Sorín y se convierte en película: “Ahora, que me dedico solamente al cine, estoy con capacidad para armar una película cada año y medio, o dos años. No es por una cuestión económica. Si tuviera más dinero, ése sería el plazo. Tiene que ver con los tiempos del proyecto y la organización del negocio”.
En este caso, la película construye el suspenso en torno a la locura de Luis. El tema apareció en el horizonte del director y le anduvo rondando.  “El personaje es profesor de filosofía. Tiene en cierto momento un brote. Lo internan por orden judicial. Se cura y vuelve. Todos estamos expuestos y podemos caer en el agujero de la locura. Una locura que no tiene una base física, que no tiene que ver con el consumo de drogas ni con una lesión cerebral. Se produce por desequilibrios en el sistema muy difíciles de prever. Trabajé con dos psiquiatras que me contaron casos reales”, señala.
Con ese material, Sorín se impuso un ejercicio de estilo, una película sobre el cine que, como confesó en el Festival Pantalla Pinamar, lo pone en la ruta del gran maestro Alfred Hitchcock.


El gato desaparece Trailer
Suspenso
Guión y dirección: Carlos Sorín. Con Luis Luque, Beatriz Spelzini, María Abadi, Norma Argentina, 1.30’.





Fuente: La voz

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